domingo, 7 de septiembre de 2014

Análisis secuencial de "varias lecciones" sobre: sociedad y persona humana

Persona y sociedad, pues no se puede concebir que una persona no forme parte de una sociedad; por lógica, no cabe pensar en una sociedad humana que no esté constituida por personas. Podemos decir que la sociedad está en las raíces mismas del ser y del obrar del hombre. La sociedad viene a ser como una de las manifestaciones reales que tienen al hombre como causa adecuada y como origen y fundamento natural. El hombre, por ser lo que es, constituye y crea, y funda  el hecho social y realiza la sociedad; pero aquí llega que la sociedad en su realidad concreta es capaz también de obrar sobre el hombre, intentando modificar las estructuras fundamentales de la persona humana.

            Nunca podrá la sociedad modificar o cambiar esencialmente a la persona humana, pero sí puede alterar el comportamiento de la persona y modificar algunas de sus  estructuras. La sociedad ideal y la sociedad real son creación del hombre, manifestación de las actividades naturales del hombre; pero la sociedad real, la que está viviendo modifica otras posibles actividades del hombre hasta el punto de que se puede hablar con verdad de una integración mutua entre persona y sociedad, sin que  por ello pierda el hombre su condición de realidad siempre superior y anterior a la sociedad constituida por él, por muy poderosas, influyentes o seductoras que sean las condiciones de la sociedad.

            El hombre posee valores personales irrenunciables.
            El hombre por el mero hecho de nacer necesita de los otros: siempre encontramos una relación con los otros; pero que conste, el hombre tiene una intransferible individualidad personal.
            El hombre nace persona; este carácter no viene dado por otras personas. Los padres son los condicionantes para que la persona exista.
            Su rango de persona que el hombre concebido y nacido ostenta es una peculariedad de la razón, de la inteligencia, de la luz interior que el hombre atesora como propia y que no es transmitida o engendrada por los padres ni por la sociedad.
            De aquí, los derechos y deberes esenciales y fundamentales del hombre, como son su libertad interior, su deseo de felicidad, su aspiración a la verdad, su tendencia hacia el bien no pueden ser entorpecidas por nada ni por nadie; pues están implícitas en la íntima constitución espiritual del hombre y no debe ser entretenido por nada ni por nadie para seguirlos y alcanzarlos
            La sociabilidad no se ofrece por sí misma al hombre, y el hombre necesita ser atendido. No obstante, la sociedad es temporalmente previa a la constitución normal de la persona en cuanto que el individuo no alcanza la normalidad  personal humana, ni cronológicamente siquiera, si la sociedad no sale a su encuentro y le incorpora.
            El hombre nace menesteroso.
            Es  un indigente de algo que se permite seguir siendo lo que es y desarrollándose. Tiene el alma en su sitio.. El alma espiritual que, en virtud de su propia entidad, organiza el cuerpo convirtiéndole en cuerpo del hombre, en cuerpo humano y tiende por difusión de su propia naturaleza a comunicarse, a darse, a entablar relación de comunicación.
            El espíritu del hombre necesita con quién hablar, porque le nacen ideas dentro y siente amorosa necesidad de comunicarse; el cuerpo del hombre necesita  quién le ofrezca el alimento, porque es débil para procurárselo.
            Entre la indigencia menesterosa del cuerpo y la abundancia comunicativa del espíritu, el hombre nace abierto a la sociabilidad como expresión real y esencial de su carácter personal.
            El hombre es el ser que a la vez que alarga la mano para pedir extiende el alma para dar.
            La reunión de personas  humanas para conseguir su unión moral en BIEN COMÚN, que esto es, en definitiva, la SOCIEDAD.
            La sociedad aparece así como una relación de personas, viviendo de la unión entre ellas, que permiten sin demasiada impropiedad, que la SOCIEDAD sea denominada PERSONA MORAL.
            La sociedad no es una entidad que relacione a unas personas con otras para conseguir un fin o alcanzar un bien, sino que son personas que estrechan entre sí una relación con ese propósito. La sociedad surge como la expresión de esta relación, y es, a su vez, una entidad que se revela y subsiste en esa relación y por ella.
            Entendida la sociedad como comunidad de personas, como personas en comunidad, la Sociedad está fundamentada en la persona humana como ser.
            El hombre está hecho para la SOCIEDAD HUMANA, sin que la preposición “para” subordine, sino que  relaciona y fundamenta la posición.
            La Sociedad Humana le debe al hombre el ser humana. Pues es tal, porque  es de hombres, y la vocación social viene de cada uno de sí mismo. El carácter de socio no se le atribuye al hombre por estar en sociedad, sino por ser, en cuanto persona social. El hombre es socio por ser homo. El hombre considerado como individuo sin vocación es un ser abstracto, irreal, desexistencializado, desencializado. <el hombre no es un ser estático, sino más bien dinámico, de empuje vital, de aliento espiritual. En esta dinamicidad  del hombre es donde está el hombre; y las condiciones de su capacidad son las exigencias de su peculiar naturaleza. El hombre a donde se dirige, como tal, forma entraña con él en él.
            La sociedad es una de las realidades, como también lo son de otro orden de cosas : la verdad y la bondad, aún más, aquellas realidades sean en sí mismas trascendentes a su conocimiento, concretamente, al Creador, Dios y  Señor, sin que confundamos con ello los “trascendentales” del ser con las propiedades o aspiraciones del hombre.
            La persona humana no puede ser trascendida por la sociedad, ya que la sociedad   no alcanza  en forma alguna rango superior al que ostentan las personas que la forman.
            El mismo BIEN COMÚN, mientras no sea opuesto al bien personal, no es más que el bien personal en cuanto distinto del bien individual. La peculiaridad de la persona es la que permite hablar de una sociedad personal en la que la conciencia personal sea la salvaguarda de la SOCIEDAD misma.
            La moralidad en  la que  toda norma y ley social tiene su inspiración y su juez, es atributo personal y no hallazgo social. La persona. En cuanto ser de valores, es ser social, siendo la Sociedad campo de los valores y la defensa de los mismos frente a la posible desintegración individual.
            El hombre no es un fin en sí mismo, sino un fin de sí mismo en la perfección de sí mismo. Todo lo que pueda alcanzar la inteligencia del hombre pertenece, como realidad o como aspiración, como ideal o como norma, al hombre. Sin esa realidad o sin esa aspiración, el hombre pierde la característica por la que se distingue en los demás entes…En su constitución esencial es pertinente esa aspiración , ese dinamismo, esa actividad. La persona es, por persona, lo más perfecto en la naturaleza.
            La Sociedad debiera ser una realidad entrañable al hombre y de la que el hombre necesita, o mejor aún, que el hombre impone, para ser lo que es, para desarrollar todas sus posibilidades, para adquirir algo que  no es. Es, la Sociedad, una proyección de la persona; una obra arquitectónica, pero no un proyecto extrapersonal.. El anteproyecto es el hombre; en el hombre, lo social es una autoproyección.
            Vayamos concluyendo. El hombre es social por ser hombre, imagen y semejanza en sí mismo no de sí mismo, sino de otro Ser.
            La Sociedad debe ser gala de las personas que la componen y no precisamente con tanto ejemplo de nuestros días, muestra continuada de la imperfección radical. Tantos desvirtuamientos de la esencia PERSONA-SOCIEDAD. En ella  debiera haber muchos más frutos en los fondos del BIEN COMÚN. No está sucediendo tales cosas, sino las contrarias. Sucede. Aforamientos, especulaciones, malversaciones, apropiaciones de la cosa pública, procesos interminables y nuca recuperan lo que es de todos, banqueros espabilados, políticos, en estos tiempos, aprovechados de la pela del bien común, instituciones malparadas.  Nada se respeta con tanto despropósito. Se pondrá respeto a la que es común de todos los españoles y de las persona en general: aquí y allí, acullá, lejos, cercano..???
            Una Sociedad en la que  los hombres se pierdan con tantos abusos al BIEN COMÚN, es una sociedad de hombres perdidos y una sociedad perdida para los hombres, es una Sociedad perdida para sí misma, durante  muchas generaciones como la que contemplamos en estos años  primeros del  siglo XXI.
            Cuando se entabla discusión sobre la primacía de las relaciones personales fundamentales es claro que la familia, como sociedad, es previa a cualquier forma de communio. La familia aparece no sólo como  dinamismo del ser humano en sus relaciones  connaturales, son  como exigencia existencial del ser humano. Es una relación necesaria hasta tal punto, que a ella está vinculada la dignidad personal de los hombres. El hombre al desplegarse socialmente en la familia, reconoce su condicionamiento existencial.
            La libertad, la conciencia de la libertad, pueda ser que  se revele entre los hombres, pero no es la  sociedad la que otorga al hombre ni la libertad que le es propia, ni la conciencia de su poder. La sociedad no tiene más fuerza que la que las personas poseen en cuanto seres espirituales libres, responsables, morales. Todo se centra en el hombre.
            Cualquier argumento que  arrastre a la sociedad disolviendo su realidad moral, acabará por privar también a la persona de su peculiaridad social.
            No debe olvidar nunca: la sociedad es una manifestación connatural de la persona.
            La naturaleza del hombre le permite con excesiva frecuencia de las diversas geografías el olvido de la perfección que les es propia. Se permite el engaño sobre los medios conducentes a esa perfección: Olvido y engaño que se cifran  instintivamente en la desconsideración de su carácter personal en aras de su individualidad. El hombre articula en la sociedad cuando es el hombre el que da sentido a la sociedad, cuando es el bien de la persona humana el perseguido por el hombre, en cuanto social, es decir, que los bienes deben beneficiar a todos los hombres. SERÍA, ES ABSURDO QUE LOS BIENES COMUNES NO SEAN  BIENES PERSONALES. La Sociedad debe COORDINAR Y HACER FRUCTIFICAR ESOS BIENES COMUNES. Cuando la Sociedad usa del tesoro de bienes como de una propiedad con los que cumple fines no personales, está traicionando su propia esencia, DESINTREGRÁNDOSE COMO SOCIEDAD AUTÉNTICAMENTE HUMANA.

            LOS BIENES PERSONALES SON SIEMPRE BIENES SOCIALES.
            La comunicabilidad de los bienes es una propiedad de los bienes. El carácter difusivo de los mismos es el que les define como bienes. Cuando un bien no perfecciona y fructifica, no es ese bien, sino una falsificación. Si la sociedad ignora y se desatiende de la peculiaridad personal de esos bienes, surge el conflicto individualista. Cualquier colisión es siempre INJUSTICIA. Y esta injusticia LA HAN COMETIDO LOS INDIVIDUOS con más frecuencia que la sociedad y esos mismos individuos han exagerado las posibles soluciones. Veamos tantos casos de  suprema corrupción en todo este tiempo que transcurre mientras se escriben estas breves líneas, verano del 2.014.
            Por ahora vamos descansar un poquito de esta sociedad que no se lo cree lo que está pasando, ha pasado y seguirá pasando, sucediendo, produciéndose, aconteciendo, acaeciendo…Vean toda la prensa de la nación  señalando todos los focos y tropelías, atropellos, abusos desafueros, y por qué no, exceso y tiranía.